martes, 5 de mayo de 2015

La mirada del mendigo

En realidad me repugna, hasta la arcada, casi tanto como el partiducho de Rosa Díaz. Españolismo más ordoliberalismo económico, son una vuelta de tuerca a la derecha del PP.


Ahora bien, me froto las manos con su aparición, y es muy sencillo saber por qué. Un análisis sucinto de las posibilidades electorales de la izquierda en España revela dos grandes problemas, como hemos aquí tratado hasta la saciedad:
1.- El P$OE
Un partido que recolecta votos en la izquierda y los deriva para hacer políticas económicas de derecha. Ese trasvase de votos de una cuenca electoral a otra ha sido mortal para la izquierda desde la vuelta de las urnas. Por eso llevo mucho tiempo avisando de que es acuciante acabar con el P$O€, exterminarlo, como conditio sine qua non algún día puedan gobernar las izquierdas. Un partido-señuelo, un anzuelo que con su carita progre recoge votos entre la clase obrera para el gobierno de las oligarquías económicas, es la trampa perfecta creada en los estertores del régimen fascista (financiada por el capitalismo internacional) para desactivar la efervescente izquierda española de aquellos años.

La aparición de Podemos y su estratégico giro al centro, es una invasión del lugar natural del P$O€. Si el coletas culmina su campaña con éxito, ocupando su lugar político y exterminando al adversario, habremos dado un paso decisivo, crucial, histórico para poder algún día aspirar a que las mayorías sociales de izquierdas se conviertan en un gobierno de izquierdas.
Supongo que habrá alguien en IU que no sea un imbécil completo y se dé cuenta del movimiento generoso del coletas (me encanta este tipo porque sabe leer la jugada y situarse en el tablero, es un estratega, por fin alguien con dos dedos de frente en la izquierda). Girando el volante a la derecha, deja espacio holgado a su izquierda para que lo ocupen cómodamente otros partidos, IU y otros nacionalistas. Éstos han leído mal la jugada: IU no es la víctima de Podemos, sino que van a por una presa mucho mayor. En la estrategia de Podemos, IU son perfectamente complementarios.
No sé si el intento de erradicación del partido felón tendrá éxito, lo que es evidente es que había que intentarlo, por ello aplaudo la inteligencia de los que llevan el volante en Podemos. No será mi partido, ni falta que hace porque mi perfil político no responde a la mayoría social, pero celebro su aparición y le deseo mucho éxito en su campaña.
2.- La unidad de la derecha
El sistema electoral español (como otros tantos otros, especialmente los anglosajones) está creado para fomentar el bipartidismo, en este caso imperfecto por la existencia en España de nacionalidades históricas fuertes en sus feudos.

Esto daña especialmente a la izquierda, con su natural tendencia (a veces rayana en lo cómico) a la fragmentación (atomización). La necesidad de la izquierda de coaligarse para tener algún peso electoral la obliga a matrimonios de conveniencia que acaban creando sangrientas peleas conyugales. Con un sistema proporcional directo, cada corriente de la izquierda podría acudir a las urnas con su programa sin amordazar, con sus símbolos, y recabar el apoyo que le quisiera dar la ciudadanía sin ver por ello mermada su representatividad. La clave de bóveda para cambiar políticamente España es pues el cambio de su sistema electoral por uno directo (yo propuse uno hace años, aún no he encontrado otra solución que ofrezca un error menor entre % de votos y % de escaños).
Frente a esta izquierda atomizada, la derecha siempre se ha presentado (una vez finiquitada la UCD, el otro instrumento de los maquinadores de la transición para cambiarlo todo, sin que nada sustancial cambiase) a las elecciones como una unidad, una solidez granítica. Y la matemática electoral ha premiado esa unidad con mayorías en las cámaras que no habían dado las urnas.
Y aquí llegamos a Ciudadanos, y su importancia política para romper esa unidad de la derecha. Creado (a partir de una formación regional del españolismo en Catalunya) aprisa y corriendo por las élites económicas para disputar el discurso de la novedad y la regeneración a Podemos (quien a su vez fue promocionado pensando en fracturar aún más a la izquierda), puede convertirse en el segundo gran error de la burguesía española, bastante menos inteligente en la defensa de sus intereses de lo que lo fueron los padres de la Transición (unos hijos de puta muy hábiles, hay que reconocerlo).
Y es que crear un Frankestein y, visto que escapa de tu control y da la campanada, dar vida apresuradamente a otro monstruo para enfrentarse al primero en plan película de serie B (más bien serie Z), y todo ello en el mismo ciclo electoral, no es lo que se dice una política inteligente y sopesada. Es raro ver al capital cometiendo tantos errores y tan gordos, en plan aprendiz de brujo torpe sacando todo tipo de engendros de su chistera. Deberíamos aprovecharlo.
Las matemáticas electorales son implacables, y la aparición de C’s puede pasarle una alta factura al PP (y al P$O€, cuyas bases naturales están completamente desideologizadas tras décadas de ceremonia de la confusión, pueden encontrar en Ciudadanos un alternativa similar y menos casposa al cadáver liberalsocialista).
Me regodeo pensando en un PP$O€ sufriendo en sus propias carnes las consecuencias de esas matemáticas electorales pergeñadas precisamente para instaurar ese régimen de partido único con carcasas intercambiables (como los antiguos móviles ¿os acordáis del 3210? qué aparato más de puta madre).
¡Que pruebe su propia y ponzoñosa medicina! Aunque el PP$O€ ya percibe la amenaza e intenta maniobrar para perpetuarse, redefiniendo de nuevo las reglas electorales a su conveniencia, para convertir minorías sociales en mayorías parlamentarias (es decir, violentando la representatividad).
Así pues, bienvenido sea el partido de Rivera y su recua de pijos fascistorros lavaditos con champú anticaspa, si con ello rompemos el bipartidismo (estaba claro que el partiducho de Rosa Díez, totalmente vacío de contenido, no podía aspirar más que a arañar la roca del bipartidismo).
Y además, cuenta otro factor emocional, que quizá suene chorra pero es más importante de lo que parece. Una máxima en la política española es la extrema fidelidad del votante del PP (en contraste con los cabreos que cogemos los de izquierda), un fidelidad perruna, perseverante ante ejemplos de mala gestión y corrupción indecibles. El votante pepero va a las urnas como quien va a misa; en realidad las elecciones las da y las quita el electorado de izquierdas, que va a las urnas o decide mandarlos a todos a tomar por culo e irse ese Domingo de parrillada. El PP obtiene una cantidad sensiblemente constante de votos que, en función de la participación de esa ciudadanía ninguneada, maltratada, traicionada una y otra vez por los partidos de izquierda le da o no la victoria.
Y ahí está lo importante, por primera vez en décadas se detecta un fuerte trasvase de votos del PP a otra fuerza política. Y esto es crucial, porque rompe la fidelidad en el voto en el seno de la derecha. Y una vez que eres infiel, puedes serlo ciento. Una vez que el elector rompe la resistencia emocional a votar a otro partido diferente al de toda la vida, la próxima vez esa resistencia será mucho menor, y podrá considerar otras alternativas. Esto es letal para el PP, el verse comparado en situación de igualdad con otras fuerzas políticas por su electorado natural.
Y un argumento aún más alambicado: mucha gente tiene la tendencia psicológica natural a justificar a aquel partido que ha votado. Si vota PP, luego por mal que lo haga, tenderá a justificar sus errores (porque psicológicamente es menos doloroso que admitir que se ha errado, y la gente es psicológicamente débil, tullida). Aquellos que rompan ese lazo emocional con el PP en las próximas elecciones, votando a otro partido, serán luego más susceptibles de criticar sus errores si siguen gobernando (el sempiterno “si ya lo decía yo…”).
Item plus. El nuevo partido de Rivera, como el viejo de Rosita Díez, tienen algo en común con las necesidades de la izquierda: también tienen al PP$O€ como su enemigo natural (lo antiguo versus lo nuevo), y para ello deben clausurar este sistema electoral que prima sobremanera el voto rural sobre el urbano.
Miel sobre hojuelas.









En realidad me repugna, hasta la arcada, casi tanto como el partiducho de Rosa Díaz. Españolismo más ordoliberalismo económico, son una vuelta de tuerca a la derecha del PP.


Ahora bien, me froto las manos con su aparición, y es muy sencillo saber por qué. Un análisis sucinto de las posibilidades electorales de la izquierda en España revela dos grandes problemas, como hemos aquí tratado hasta la saciedad:

1.- El P$OE
Un partido que recolecta votos en la izquierda y los deriva para hacer políticas económicas de derecha. Ese trasvase de votos de una cuenca electoral a otra ha sido mortal para la izquierda desde la vuelta de las urnas. Por eso llevo mucho tiempo avisando de que es acuciante acabar con el P$O€, exterminarlo, como conditio sine qua non algún día puedan gobernar las izquierdas. Un partido-señuelo, un anzuelo que con su carita progre recoge votos entre la clase obrera para el gobierno de las oligarquías económicas, es la trampa perfecta creada en los estertores del régimen fascista (financiada por el capitalismo internacional) para desactivar la efervescente izquierda española de aquellos años.

La aparición de Podemos y su estratégico giro al centro, es una invasión del lugar natural del P$O€. Si el coletas culmina su campaña con éxito, ocupando su lugar político y exterminando al adversario, habremos dado un paso decisivo, crucial, histórico para poder algún día aspirar a que las mayorías sociales de izquierdas se conviertan en un gobierno de izquierdas.

Supongo que habrá alguien en IU que no sea un imbécil completo y se dé cuenta del movimiento generoso del coletas (me encanta este tipo porque sabe leer la jugada y situarse en el tablero, es un estratega, por fin alguien con dos dedos de frente en la izquierda). Girando el volante a la derecha, deja espacio holgado a su izquierda para que lo ocupen cómodamente otros partidos, IU y otros nacionalistas. Éstos han leído mal la jugada: IU no es la víctima de Podemos, sino que van a por una presa mucho mayor. En la estrategia de Podemos, IU son perfectamente complementarios.

No sé si el intento de erradicación del partido felón tendrá éxito, lo que es evidente es que había que intentarlo, por ello aplaudo la inteligencia de los que llevan el volante en Podemos. No será mi partido, ni falta que hace porque mi perfil político no responde a la mayoría social, pero celebro su aparición y le deseo mucho éxito en su campaña.

2.- La unidad de la derecha
El sistema electoral español (como otros tantos otros, especialmente los anglosajones) está creado para fomentar el bipartidismo, en este caso imperfecto por la existencia en España de nacionalidades históricas fuertes en sus feudos.

Esto daña especialmente a la izquierda, con su natural tendencia (a veces rayana en lo cómico) a la fragmentación (atomización). La necesidad de la izquierda de coaligarse para tener algún peso electoral la obliga a matrimonios de conveniencia que acaban creando sangrientas peleas conyugales. Con un sistema proporcional directo, cada corriente de la izquierda podría acudir a las urnas con su programa sin amordazar, con sus símbolos, y recabar el apoyo que le quisiera dar la ciudadanía sin ver por ello mermada su representatividad. La clave de bóveda para cambiar políticamente España es pues el cambio de su sistema electoral por uno directo (yo propuse uno hace años, aún no he encontrado otra solución que ofrezca un error menor entre % de votos y % de escaños).

Frente a esta izquierda atomizada, la derecha siempre se ha presentado (una vez finiquitada la UCD, el otro instrumento de los maquinadores de la transición para cambiarlo todo, sin que nada sustancial cambiase) a las elecciones como una unidad, una solidez granítica. Y la matemática electoral ha premiado esa unidad con mayorías en las cámaras que no habían dado las urnas.

Y aquí llegamos a Ciudadanos, y su importancia política para romper esa unidad de la derecha. Creado (a partir de una formación regional del españolismo en Catalunya) aprisa y corriendo por las élites económicas para disputar el discurso de la novedad y la regeneración a Podemos (quien a su vez fue promocionado pensando en fracturar aún más a la izquierda), puede convertirse en el segundo gran error de la burguesía española, bastante menos inteligente en la defensa de sus intereses de lo que lo fueron los padres de la Transición (unos hijos de puta muy hábiles, hay que reconocerlo).

Y es que crear un Frankestein y, visto que escapa de tu control y da la campanada, dar vida apresuradamente a otro monstruo para enfrentarse al primero en plan película de serie B (más bien serie Z), y todo ello en el mismo ciclo electoral, no es lo que se dice una política inteligente y sopesada. Es raro ver al capital cometiendo tantos errores y tan gordos, en plan aprendiz de brujo torpe sacando todo tipo de engendros de su chistera. Deberíamos aprovecharlo.

Las matemáticas electorales son implacables, y la aparición de C’s puede pasarle una alta factura al PP (y al P$O€, cuyas bases naturales están completamente desideologizadas tras décadas de ceremonia de la confusión, pueden encontrar en Ciudadanos un alternativa similar y menos casposa al cadáver liberalsocialista).

Me regodeo pensando en un PP$O€ sufriendo en sus propias carnes las consecuencias de esas matemáticas electorales pergeñadas precisamente para instaurar ese régimen de partido único con carcasas intercambiables (como los antiguos móviles ¿os acordáis del 3210? qué aparato más de puta madre).


¡Que pruebe su propia y ponzoñosa medicina! Aunque el PP$O€ ya percibe la amenaza e intenta maniobrar para perpetuarse, redefiniendo de nuevo las reglas electorales a su conveniencia, para convertir minorías sociales en mayorías parlamentarias (es decir, violentando la representatividad).

Así pues, bienvenido sea el partido de Rivera y su recua de pijos fascistorros lavaditos con champú anticaspa, si con ello rompemos el bipartidismo (estaba claro que el partiducho de Rosa Díez, totalmente vacío de contenido, no podía aspirar más que a arañar la roca del bipartidismo).

Y además, cuenta otro factor emocional, que quizá suene chorra pero es más importante de lo que parece. Una máxima en la política española es la extrema fidelidad del votante del PP (en contraste con los cabreos que cogemos los de izquierda), un fidelidad perruna, perseverante ante ejemplos de mala gestión y corrupción indecibles. El votante pepero va a las urnas como quien va a misa; en realidad las elecciones las da y las quita el electorado de izquierdas, que va a las urnas o decide mandarlos a todos a tomar por culo e irse ese Domingo de parrillada. El PP obtiene una cantidad sensiblemente constante de votos que, en función de la participación de esa ciudadanía ninguneada, maltratada, traicionada una y otra vez por los partidos de izquierda le da o no la victoria.

Y ahí está lo importante, por primera vez en décadas se detecta un fuerte trasvase de votos del PP a otra fuerza política. Y esto es crucial, porque rompe la fidelidad en el voto en el seno de la derecha. Y una vez que eres infiel, puedes serlo ciento. Una vez que el elector rompe la resistencia emocional a votar a otro partido diferente al de toda la vida, la próxima vez esa resistencia será mucho menor, y podrá considerar otras alternativas. Esto es letal para el PP, el verse comparado en situación de igualdad con otras fuerzas políticas por su electorado natural.

Y un argumento aún más alambicado: mucha gente tiene la tendencia psicológica natural a justificar a aquel partido que ha votado. Si vota PP, luego por mal que lo haga, tenderá a justificar sus errores (porque psicológicamente es menos doloroso que admitir que se ha errado, y la gente es psicológicamente débil, tullida). Aquellos que rompan ese lazo emocional con el PP en las próximas elecciones, votando a otro partido, serán luego más susceptibles de criticar sus errores si siguen gobernando (el sempiterno “si ya lo decía yo…”).

Item plus. El nuevo partido de Rivera, como el viejo de Rosita Díez, tienen algo en común con las necesidades de la izquierda: también tienen al PP$O€ como su enemigo natural (lo antiguo versus lo nuevo), y para ello deben clausurar este sistema electoral que prima sobremanera el voto rural sobre el urbano.

Miel sobre hojuelas.

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